Cuando la autenticidad vence a la ambición

Afortunadamente, en esta red me lee un reducido número de contactos. Digo afortunadamente, porque así puedo contar alguna confidencia que no me gustaría que llegase más allá de este selecto grupo de contactos durante algunos minutos de lectura y luego, por supuesto, se olvide.

Y, porque confío plenamente en la calidad de los contactos y en que no saldrá de aquí, os cuento: Desde hace ya unos años, existe una ley no escrita entre miembros de un subgrupo familiar. Cada vez que uno de nosotros baja a Málaga ‘por la razón que fuere’, debe traer una buena provisión de cerveza Victoria para repartir al resto de miembros del grupo. La cantidad que debe traer está obviamente determinada por el ‘espacio libre disponible en la maleta o vehículo’, debiendo ‘liberar espacio para dejar hueco a más cantidad, con la única excepción de no dejar fuera del vehículo a familiares de primer grado o mascotas de especial cariño’. Una vez repartida, la cerveza Victoria se va dosificando durante las siguientes semanas con cuidado.

Y es que, la cerveza Victoria, Malagueña y Exquisita, como reza su etiqueta desde tiempos de su fundador Luis Frascuelo, sólo se ha comercializado en la provincia de Málaga. Y, salvo muy contadas excepciones, no se podía encontrar en el resto de España, como diciendo: —Si quieres disfrutarla, te vienes a Málaga. Esta bendita escasez hace que cada sorbo sea un viaje, un anticipo a cuenta de tus próximas vacaciones, un recuerdo vivo, una bandera blanca, el bálsamo de Fierabrás contemporáneo, en definitiva.

Os podéis hacer a la idea de mi sorpresa cuando veo que, durante la Eurocopa, aparece nuestra apreciada Victoria como patrocinador oficial de la selección. Oh, no.

Y, ¿Cómo es esto? Pues que, fallecido el fundador, los herederos, siguiendo una tradición muy española, tuvieron a bien venderla. Y claro, si quieres vender más y formas parte de un consejo de dirección o te contratan como consultor con sede en alta torre, dices:

—Hay que ser torpe para no darse cuenta de que se puede vender la cerveza más allá de Málaga. Rompamos fronteras. Y esencias…

¿Cómo explicar que una cerveza Victoria comprada en un lineal de Carrefour en Madrid, no sabe igual? ¿Cómo describir que tu disco favorito de juventud no suena igual en Spotify? ¿Cómo hacer entender que ver pasar una Harley Davidson y no escuchar el inconfundible sonido de escape porque es eléctrica, es hacer desaparecer la esencia de la ruta 66?

Lejos de ser un ejercicio de nostalgia, es admiración hacia las pocas empresas que, quitando los casos de adaptación o saneamiento de cuentas, saben vencer la tentación de resultados cortoplacistas, de crecimiento incontrolado a través de franquicias, de fusiones, de tentadoras ofertas, … y se mantienen fieles a la esencia que forma su identidad.

Porque, ¿Para qué quieres tanto dinero si no puedes comprar el sabor único de una cerveza que sólo se vende en un lugar del sur?

Una Victoria. Malagueña y exquisita.